Mexicampo – Por Eduardo González Silva – 25 mayo, 2023
Ciudad de México, 25 de mayo.- Agricultores de Estados Unidos, México y también Canadá, padecen del control del mercado y precios a la baja de los granos y semillas, por las corporaciones trasnacionales, mismas que en nuestro país han sembrado incertidumbre para desincentivar la producción -como sucede en Sinaloa-, lo que impide además el desarrollo de los mercados.
En la Unión Americana el gobierno subsidia la producción, para compensar los costos de los productores por la baja en el precio de los granos, de esa manera entran a México con dumping, situación favorable para el sector agroindustrial mexicano, fenómeno que imposibilita dar precio justo a los productores nacionales, tal como ahora sucede con el maíz blanco producido en el noreste mexicano.
Panorama que es un reto al legítimo objetivo de México de alcanzar la Soberanía Alimentaria, donde se ha adoptado la decisión de elaborar la tortilla, separada en absoluto del maíz genéticamente modificado.
Observaciones presentadas en conferencia vía remota por especialistas e investigadores de México, Estados Unidos (EEUU) y Canadá. Ben Dobson, agricultor y experto en producción orgánica (Hudson Carbon), además de advertir que casi todas las zonas productivas rurales de EEUU están contaminadas con químicos, sostuvo que es momento de cambiar el sistema agroindustrial, “los tratados comerciales suponían ayudar a la gente de todos los países, y lo que ocasionaron fue la muerte de la agricultura tradicional”.
Expuso que la agricultura en su país está controlada por el gobierno, mismo que tiene alianza con las grandes corporaciones, que con la decisión de México de eliminar gradualmente el uso del glifosato, dentro de un mercado libre, “puede decir lo que quiere, México exporta mucha comida orgánica a Estados Unidos, y EEUU, quiere enviar alimentos transgénicos a México”.
Propuso crear nueva cadena de alimentos, es momento de cruzar los tratados internacionales, conectar directamente a los productores de su país con los compradores de México. Establecer una estrategia trinacional ante la disposición de productores y empresas de enviar a México granos limpios (maíz, trigo y soya).
Ante el uso de agrotóxicos y consumo de productos transgénicos, consideró la posibilidad de “trabajar juntos para que toda la gente coma alimentos saludables, no podemos tener más población con problemas de salud, dar oportunidad para cambiar lo que comemos y ver por el futuro de nuestros niños”.
El investigador Timothy Wise del Instituto de Agricultura y Política Comercial (IATP), habló de la dependencia de México con su vecino del norte en maíz y trigo, que es de 66 por ciento de sus necesidades, lo que le quita soberanía y seguridad alimentaria, “México tiene derecho a reconquistar esa cantidad de producción doméstica”.
Estableció que la Unión Americana es buena fuente para abastecer de maíz amarillo a México, “los agricultores tienen la oportunidad de producir lo que México necesita para su gente, situación que por economía y por cultura -maíces no transgénicos-, debe hacer.
Subrayó que el gobierno de su país y las grandes corporaciones, no se pronunciaron contra el primer decreto presidencial del 2020, en cambio lo han hecho con el decreto del pasado 13 de febrero del 2023, que establece diversas acciones en materia de glifosato y maíz transgénico, y cuando vieron que México negociaba contratos a futuro, fue que expresaron la intención de ir a un panel de controversias dentro del T-MEC.
Explicó que EEUU, comienza a perder lugar como primer país exportador, ante ejemplos como Brasil, que ha entrado a mercados competidos, lo que sucede “es que no quieren que México se establezca como un ejemplo para el resto, en cuanto a su soberanía y seguridad alimentaria y qué hacer con su tortilla”.
Añadió que se guarda silencio respeto a las consultas que se establecieron sobre el tema, en razón de que México tiene evidencias de que va a ganar. Se refirió al tema de la trazabilidad del maíz, asunto del que EEUU ha rechazado, y demostrar que sus productos no son transgénicos.
Se pronunció por cambiar la distorsión del mercado, que la Ley de Salud de México, debe regular todo el uso de los agrotóxicos. Negó que las corporaciones representen los intereses de los agricultores, donde muchos comparten al igual que en México su oposición al poder extremo de las transnacionales, y a su derecho a consumir el maíz que quiera, se debe ganar -sentenció-, la apertura del mercado de maíz no transgénico, lo que conducirá a mejores precios, menos químicos y mayor calidad de los productos.
Tocó el tema del dumping agrícola como un estado normal del neoliberalismo, en donde surgieron las importaciones bajo el TLC y ahora T-MEC, por los que bajaron los precios domésticos en maíz, se calcula que 19 por ciento bajaron los costos de producción.
Después del TLCAN, las exportaciones de maíz desde EEUU a México aumentaron 400 por ciento, por lo que los precios de los productores méxicanoa cayeron, lo cual fue el desastre que desincentivó la producción doméstica, y ocasionó la dependencia a las importaciones para México, que ahora llegan a 38 por ciento.
Mercedes López Martínez de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, destacó que el Decreto presidencial de febrero de este año, que prohíbe el uso de maíz genéticamente modificado para producir masa y tortilla, además de sustituir gradualmente el uso en la industria de alimentos y la alimentación animal, enajenación, distribución, promoción e importación de glifosato, no sólo fue decisión del gobierno mexicano, «es también producto de la organización y lucha de las comunidades originarias mesoamericanas, responsables de la variedad de maíces nativos existentes; de comunidades campesinas, que siguen sembrando milpa y maíz, y de movimientos sociales».
Insistió que se está frente a intereses transnacionales de grandes corporaciones aliadas con gobiernos, que presionan a una nación soberana, centro de origen del maíz, para sembrar e importar maíces transgénicos.
Monserratt Téllez dio lectura al mensaje enviado por el productor Dale Wiehoff, quien mencionó que el maíz fue originalmente un regalo que México ha dado a la humanidad. Apuntó que en sólo unas décadas el porcentaje de maíz genéticamente modificado cultivado en el país vecino, ha crecido más del 90 por ciento, el cual es controlado por un puñado de empresas agroindustriales y químicas.
Recordó que, cuando se introdujo el maíz transgénico combinado con el herbicida RoundUp (glifosato), su atractivo residía en la reducción de la mano de obra y el aumento de los rendimientos, y que proporcionaría más maíz para alimentar al mundo. Sin embargo, muchas de las promesas fueron falsas.
En contraste, apuntó que las consecuencias de permitir los cultivos transgénicos controlados por empresas como Monsanto (ahora Bayer) han acelerado la destrucción de la agricultura familiar en EEUU, y han expulsado a millones de campesinos de todo el mundo, contribuyendo a la crisis migratoria mundial.
El especialista Lynn Clarkson, pionero en la producción de maíz orgánico, afirmó que EEUU requiere un cambio de sistema para responder a la demanda de maíz no transgénico desde México. Precisó que el desafío es la producción de las semillas necesarias, pero calcula que se pueden producir las suficientes en un periodo de entre 12 y 18 meses, para luego organizar a los campesinos para producirlo y determinar la infraestructura para distribuirlo.
Señaló que esta es una oportunidad para que México construya un modelo de agricultura moderna con sensibilidad, minimizando el uso de pesticidas.
El especialista Rick Arnold, recordó que en 1994, en tiempos de la firma del TLCAN, empresas estadounidenses que llegarían a controlar la venta de semillas y plaguicidas en Canadá, ya estaban en formación. No fue sorpresa que en 1995 Ottawa, aprobó los primeros cultivos genéticamente modificados, sin debate público.
Mercedes López, concluyó que continuará el trabajo a partir de redes internacionales para lograr la producción de maíces no transgénicos que beneficien a las poblaciones de los tres países, así como luchar y articular para detener a los grandes intereses transnacionales, que “no nos han podido parar y que no nos van a parar”. Como moderadora en la conferencia participó Malin Jönsson. (Redacción MEXICAMPO).