MCIAPASXXI 10 de abril de 2023
El 10 de abril es una fecha para profundizar la batalla de la clase campesina. de los indígenas y afromexicanos por una justicia aún pendiente. por lo cual ese es el camino que Emiliano Zapata nos enseñó y no hay otro, de ahí la reflexión en esta coyuntura de parte del MCIAPASXXI que se relaciona indiscutiblemente con el debate en torno a la próxima administración federal 2024-2030. En ese marco el movimiento campesino no ha dejado, no deja de hacer propuestas orientadas a construir políticas públicas.
El MCIAPASXX tiene el pulso de la situación rural y nuestra gente no está conforme con los resultados obtenidos hasta hoy. Aún y cuando reconocemos y apoyamos los cambios iniciados como parte de la cuarta transformación, también sabemos que hay descontento e inconformidad entre la población rural ligada al campo: el capital no ha dejado de hacer de las suyas, ha maniobrado permanentemente durante todo lo que va del sexenio para incidir directamente o indirectamente en las políticas públicas rurales y por otro lado, las direcciones que encabezan esas políticas a nivel de la administración federal y estatales; han permanecido adheridas al recetario neoliberal, a sus formas y contenidos. Ejemplo de ello es la exclusión del campesinado de muchos procesos y la simulación para la desposesión del territorio y la corrupción muy abierta en algunas de sus áreas.
Las políticas agropecuarias neoliberales implementadas durante treinta y seis años por los gobiernos de Miguel De Lamadrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, despojaron a la nación y particularmente al campesino y pueblos indígenas, de las conquistas del movimiento armado de 1910-17, también, de los derechos alcanzados posteriormente con la lucha campesina, que habían sido plasmados en la Constitución y la legislación secundaria, vigentes hasta 1991.
Como sabemos, el neoliberalismo y seguidores (de antes y de hoy) han llevado a cabo una desaparición lenta, soterrada del campesinado y los indígenas y afromexicanos: el asesinato de líderes, el despojo de territorios, la voracidad de las mineras, la destrucción de bosques y suelos, contaminación de aguas, ríos y presas, construcción de industrias y obras en contra de comunidades y ejidos, destrucción ambiental, desplazamientos, control de territorios por parte del narco, políticas corruptas de funcionarios, políticas agropecuarias, acuícolas y forestales elaboradas para el capital, hasta hoy, y el poder global alimentario, continúan con la eliminación real de parte de la población rural mexicana, por eso se requiere una visión radicalmente distinta de políticas públicas rurales.
Sin territorio no hay políticas públicas para el campo. Así, por cuanto hace a la Política para atender la estructura agraria, la relación entre el campesinado y el Estado pensamos como imprescindible, deberá partir en el reconocimiento pleno de las formas de propiedad social y sus mecanismos de representación, esto como principio para reorientar y clarificar los objetivos de Política Agraria y de otras políticas como la alimentaria y la agropecuaria.
La tarea más relevante de las fuerzas de izquierda en esta etapa de la sociedad rural, es desarrollar los mecanismos para un reconocimiento del campesino, del indígena y afromexicano y del movimiento popular, de la personalidad y la capacidad de quien encabece la próxima administración federal para darle continuidad a este periodo de transición por la construcción de una República Democrática.
Desde luego, no compartimos la concepción que deposita en el Estado una función monopolista respecto a la organización social pues no corresponde a la capacidad y a la conciencia de las fuerzas campesinas que en este momento construimos desde abajo el proceso de transformación. Por tanto. nos pronunciamos por el respeto a las formas autónomas de organización social campesina para impulsar la concreción de esta candidatura. Por supuesto, estaremos en coordinación horizontal con los compañeros de la estructura territorial que hoy impulsan este mismo esfuerzo.
El movimiento campesino, indígena y afromexicano no ha dejado de hacer propuestas para proyectos diversos como la producción de alimentos. Una, es la del Plan Nacional de Transición Agroecológico, como parte de los ejes centrales del Movimiento Campesino Indígena y Afromexicano Plan de Ayala Siglo XXI, dado el papel que juega la agroecología ante la agricultura industrial, misma que presenta signos de agotamiento por sus impactos en la naturaleza. La soberanía alimentaria de la mano de la agroecología en cambio, implica la recuperación de los conocimientos de las economías campesinas e indígenas que producen en condiciones de no depredación de la tierra y productos sanos como el maíz nativo, en un equilibrio con la naturaleza.
Rechazamos contundentemente que sean los grupos privados nacionales e internacionales los que definan en forma exclusiva y excluyente las directrices para el campo. Después de que los gobiernos desde 1980 abandonaron la productividad del sector social para apoyar preponderantemente a la agricultura comercial, los programas puestos en marcha durante el actual gobierno han sido muy relevantes para la economía campesina pero visiblemente insuficientes para consolidar la autosuficiencia alimentaria del país, y encontramos inconformidad en la base campesina en los territorios, por ello para la siguiente administración federal el papel del Estado como promotor del desarrollo agropecuario y forestal debe refundarse sobre nuevas bases de políticas públicas.
Los cambios en los programas para el campo, se modificaron, pero dejaron fuera a las organizaciones campesinas, con manos libres para el sector privado; no se ha producido una nueva ruta, ya que se siguió con proyectos apoyados en entrega directa de recursos, “sin intermediarios”. Y otro obstáculo lo representó el cambio del TLCAN al T-MEC. Este último vino a consolidar los acuerdos del TLCAN, con el compromiso de sacrificar la producción de granos a intereses globales y locales.
Es el momento de que la nueva administración federal para el periodo 2024- 2030, con el apoyo de las organizaciones sociales, busquen una vía sustancialmente diferente de desarrollo rural.
Nos negamos a aceptar que sea el poder global alimentario el que dicte la política agraria, agropecuaria y alimentaria de México. Consideramos que hay que retomar y reorientar la estrategia y caminar rumbo a la soberanía alimentaria, que implica la autosuficiencia alimentaria y el rechazo al glifosato y los transgénicos entre otros elementos cruciales, pero no solo esos y mientras tanto encarar las dificultades que nos plantea la coyuntura internacional y saber bregar con las presiones de los grupos privados locales y con el poder alimentario global.
Esa es la base para alcanzar la soberanía alimentaria, la cual tiene como el centro no solo que el país tenga independencia en la producción interna de alimentos, pasando por la autosuficiencia alimentaria, sino fundamentalmente que esa producción tenga la característica central de que esos productos sean producidos de forma nutritiva, suficiente y de calidad, como está definido en la Constitución (artículo 4to) lo cual no se puede lograr con la agricultura industrial. La agricultura industrial es la que impulsan los intereses de las transnacionales, y el poder mundial de los alimentos, así como los grupos de la agricultura privada nacional.
Aquí lo que está en juego es librar la batalla de la transición de una agricultura que produce alimentos envenenados a otra agricultura que produzca alimentos de buena calidad y nutritivos y por supuesto en la batalla, los grupos privados están presionando con el tema de la inflación y la carestía que ha sido muy grave en diferentes momentos del modelo neoliberal si lo comparamos con la situación actual pero que los medios no ponen en el análisis esas comparaciones y han estado buscando causas en los factores internos que expliquen la inflación, que sin duda sí los hay, pero no son de la magnitud de los factores externos.