¡Defendiendo nuestro maíz cosechamos soberanía!
Pronunciamiento y Demandas
Hoy 29 de septiembre de 2022, Día Nacional del Maíz, la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País nuevamente llama a toda la población a unir voces y esfuerzos por rescatar un campo sustentable y digno, por la soberanía alimentaria con campesinas y campesinos, sin transgénicos, sin plaguicidas como el glifosato y con justicia y equidad.
Hace 13 años, en 2009, la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País lanzó la iniciativa ciudadana de encontrarnos este día con quienes, desde distintos rincones del país, defendemos el campo, a las familias campesinas y a los pueblos originarios, guardianes de nuestro maíz, de nuestra milpa y de la biodiversidad que lo acompaña.
Elegimos este día recuperando la tradición de pueblos y comunidades del país que festejan la buena cosecha y el corte de los primeros elotes. Es una fiesta de prosperidad y abundancia, que con flores de pericón celebra la siembra de maíz, mostrando otra agricultura, que nos ofrece una alimentación nutritiva y sustentable desde la milpa.
Desde hace tres años se unieron instituciones de gobierno a esta celebración, revalorando la producción campesina como puntal de la soberanía alimentaria. Y así como el maíz nunca está solo, hoy nos hacemos más con las instituciones aquí presentes, pero así como el tejón y otras plagas acechan la milpa, hay quienes quieren volver al pasado. En la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País, creemos que es el momento de cambiar el modelo agroalimentario que impusieron los gobiernos neoliberales y formar una comunidad amplia y combativa que se una con fuerza para defender el campo.
En estos tiempos en los que flagelos como la crisis climática, la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania han puesto de relieve que la dependencia alimentaria hace frágil y vulnerable a cualquier nación, creemos que para enfrentar estas amenazas y la pobreza en nuestro país hay que alcanzar soberanía alimentaria con alimentos sanos, inocuos y culturalmente pertinentes producidos por las y los campesinos.
Hoy sigue siendo fundamental fortalecer la siembra de maíz entre familias campesinas y pueblos originarios, que nos ofrecen una alimentación sana, local y ancestral, pues está en riesgo de perderse por la presencia de transgénicos, por el uso de agroquímicos y por la privatización de las semillas por parte de un puñado de corporaciones transnacionales en complicidad con grupos pseudocientíficos que sólo responden a intereses comerciales. Esto pone en peligro la sobrevivencia de millones de familias campesinas, la gran variedad de maíz, la milpa, la biodiversidad, la naturaleza y nuestra salud.
Llamamos a cambiar el modelo agroalimentario industrializado por uno basado en la defensa del bien común. Pasar del consumismo sin conciencia a contar con la información y las condiciones necesarias que permitan decidir lo que comemos, y finalmente hacer que se garantice el Derecho Constitucional a la alimentación sana, suficiente y de calidad para todas y todos, alcanzado por la sociedad civil mexicana desde 2011. Rescatar al campo luchando por alcanzar la soberanía alimentaria e hídrica y garantizar los derechos de los pueblos originarios.
El mandato popular de las elecciones presidenciales de 2018 en México, obliga a la construcción de un nuevo modelo que honre al campesinado con quien tenemos una deuda histórica, que reactive la economía y la producción rural, como única salida para desterrar la violencia, frenar la migración forzada de jóvenes, el desplazamiento de poblados enteros por la incertidumbre en la tenencia de la tierra, fortalecer el tejido comunitario, así como detener la absurda muerte por mal comer en un país que es cuna del maíz.
Es urgente retribuir y dar apoyos a quienes usan, conservan y desarrollan la diversidad de semillas. También se debe reconocer la gran calidad de los maíces nativos y otros alimentos agroecológicos originarios, hoy sumamente apreciados en la gastronomía mundial por su calidad y diversidad, pagando un precio justo por ellos con un sobreprecio que vaya por encima del maíz industrializado, sin que esto signifique elitizarlos.
Hay que impulsar no sólo un cambio en relación con el pasado neoliberal, sino la puesta en el centro del desarrollo del campo, de un modo de vida campesina, de prácticas culturales, comunitarias y de opciones ambientales diferentes. En ello hemos venido trabajando y luchando desde hace ya más de 15 años.
Hoy ante la coyuntura nacional e internacional, llamamos a formar una comunidad amplia y combativa que defienda con paz y creatividad, nuestro derecho a alimentarnos con productos campesinos, sustentables, suficientes y de buena calidad.
Volvemos a poner en boca de todos: Salvemos al campo para salvar a México
Nuestras demandas urgentes son:
- Defensa e incorporación en el marco legal del Decreto Presidencial del 31 de diciembre que elimina progresivamente el uso del glifosato, así como la liberación al ambiente del maíz transgénico y el uso de su grano en la alimentación de las y los mexicanos.
- Impulso a la aprobación de la Ley General de la Alimentación Adecuada.
- Defensa de las semillas libres, y por tanto en contra de la iniciativa de Reforma a Ley Federal de Variedades Vegetales que tiene el fin de adherir a México al convenio UPOV 1991, que nuestro país no debe firmar.
- Presupuesto justo e integral que promueva la transición agroecológica de la producción agroalimentaria y la protección de las semillas libres, que privilegie la pequeña y mediana producción campesina e indígena.